Читать книгу Tú comunicas. Los secretos de la comunicación a tu alcance онлайн

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Conozco a una profesora que prepara sus clases nadando; de boya en boya en el mar cuando es verano y haciendo largos de piscina el resto del año.

Paul Auster escribe en su Diario de Invierno: «Con objeto de hacer lo que haces, necesitas caminar. Andando es como te vienen las palabras, lo que te permite oír su ritmo mientras las escribes en tu cabeza» (2).

Dice Juan Cruz sobre Juan José Millás: «Caminar lo pone a escribir, como si huyera. Huye —añade Cruz— hacia adelante, hacia lo que le da miedo para abrazarlo». «No sé qué relación hay entre zonas del cuerpo tan alejadas entre sí como los pies y la cabeza —afirma Millás—, pero lo cierto es que cuando muevo los pies, cuando camino, se me pone la cabeza a cien. No te diría que pienso con los pies, pero sí gracias a ellos».

Pero ¡atención!, esta regla no rige para todas las actividades. No intentes pensar en tus cosas si estás practicando ciclismo o haciendo esquí: puedes acabar por los suelos, magullado y dolorido. Si eres piloto de Fórmula 1, que no lo eres, ni te cuento.

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