Читать книгу Lecciones sobre la Analítica de lo sublime: (Kant, Crítica de la facultad de juzgar, § 23-29) онлайн

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Entonces, es el concepto puro del entendimiento el que sirve aquí de principio de discriminación para descubrir lo «subjetivo». La inversión de los papeles es tal que, donde esperábamos la «manera» misma, como procedimiento heurístico, encontramos el «método». De ahí viene que el lector desatento sospeche un forzamiento. Pero en verdad, si las categorías pueden y deber ser empleadas para domiciliar las condiciones a priori del gusto, el domicilio buscado no es el entendimiento, ya que ninguna de estas condiciones satisface perfectamente las suyas. Y tampoco la razón, incluso en lo sublime (aquí 7). Si hay domicilio habría que llamarlo, como se sabe, facultad de juzgar reflexionante. Pero podemos dudar que ella sea un domicilio, siendo más bien, en el pensamiento crítico, el título del pensamiento mismo, en general, y particularmente crítico: domiciliante.

Finalmente, y sobre todo, debemos preguntar cómo es posible la inversión que indicamos, tras haber intentado comprender su necesidad. ¿Quién o qué procede a la anamnesis paradójica por la cual la lógica descubre la analogía? Quizá no es más que la reflexión. En la Analítica de lo bello, el pensamiento se obstina en reflexionar a través de lo que, en general, determina. Aunque emplee conceptos bajo los cuales los datos deben ser subsumidos con el objeto de lograr un conocimiento, el pensamiento sostiene que estos conceptos no son adecuados tal cual para determinar lo que busca determinar mediante ellos, el gusto. La reflexión se revela como tal, es decir como exceso sobre la determinación, en la presunción de esta inadecuación.

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