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En ninguno de estos textos del virrey Mendoza parecería haber evidencia de que el manuscrito que conocemos como Códice mendocino fuera el primer reporte enviado al emperador y su hermano (la narrativa del ascenso de Huitzilopochtli) o el segundo reporte prometido, cuyo alcance va mucho más allá de aquel del Mendocino (en particular acerca del tema de Quetzalcoatl). Asimismo, la historia de la fundación de Tenochtitlan del primer reporte difiere notablemente de aquella del Mendocino. Mientras que en la carta a Diego de Mendoza el tema de Huitzilopochtli es central, en el Mendocino este es apenas tangencial. El segundo reporte parecería haber sido informado por la Relación de Michoacán, que el virrey Mendoza encargó en 1539-1540, reduciendo el contenido del Mendocino a un capítulo de una historia más amplia sobre los pueblos de Nueva España.

De manera paralela a los estudios que buscaban ratificar la conexión entre el manuscrito y el virrey, un grupo de académicos continuaba con su investigación sobre los posibles autores del texto del Mendocino. Así, basado también en una referencia del Códice florentino de Sahagún acerca de los años y duración de los reinos de los señores de México, en 1938 Wigberto Jiménez Moreno (citado en Nicholson 1992, 2) sugería que el sacerdote Juan González era el autor de los textos del Mendocino. Siguiendo un proceso de análisis caligráfico como el de Clark, en 1941 Federico Gómez de Orozco (1941) ratificaba la hipótesis de Jiménez Moreno al identificar el último rasgo del folio 71v como una “G”. Finalmente, en 1963, Woodrow Borah y Sherburne Cook (1963, 31) identificaban el mencionado rasgo con la letra “Q”, añadiendo notablemente a la complejidad de lo que ya por varias décadas se había convertido en una cacería del autor de los textos del Mendocino.

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