Читать книгу Un llamado a destacarse. Un desafío a los jóvenes para marcar una diferencia eterna онлайн

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Mateo era uno de estos odiados extorsionistas. Pero, un día todo cambió. Después de elegir a dos pares de hermanos cerca del Mar de Galilea –Pedro y Andrés, y Juan y Santiago–, Jesús llamó a Mateo para que fuera su discípulo. Mientras que los otros juzgaban a Mateo por su profesión, Jesús miró su corazón y reconoció que estaba dispuesto a seguirlo. Mateo había oído hablar a Jesús y deseaba pedirle ayuda, pero estaba convencido de que el Maestro jamás se fijaría en él.23

Cierto día, cuando Mateo estaba sentado detrás de su mostrador público, vio a Jesús acercándose. Momentos después, se maravilló cuando escuchó que le decía: “Sígueme”. Mateo se levantó de su lugar, dejó todo tal cual estaba, se dio la vuelta y siguió a Jesús. No dudó, no cuestionó, no dedicó ni un instante más a su millonario negocio ni a la pobreza en la que viviría a cambio. Para Mateo, era suficiente estar con Jesús, escuchar sus palabras y trabajar con él.

Lo mismo había sucedido con los hermanos que Jesús acababa de llamar. Pedro y Andrés escucharon la invitación, dejaron en la playa sus redes y su embarcación, y acompañaron a Jesús. No preguntaron de qué iban a vivir para sostener a sus familias. El llamado a ser discípulos de Jesús fue tan poderoso que no dedicaron tiempo a racionalizar o posponer la decisión. Ellos simplemente obedecieron el llamado y se unieron a Jesús.

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