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Sobre este punto, los críticos de la historia de Daniel han tenido que batirse en retirada. Uno de ellos escribió con todo candor: “Seguramente, nunca sabremos cómo el autor del libro de Daniel supo de estos eventos”. En realidad, es fácil de entender cuando uno toma en consideración la evidencia del libro mismo. La respuesta es que Daniel estaba allí, en el escenario histórico como testigo ocular.

Algunos críticos, tratando aún de rescatar algo de credibilidad de este giro de eventos, han explotado otro aspecto de este problema. Se han dado cuenta de que no hay una tablilla babilónica específica que refiera directamente a Belsasar como rey. Esta observación es correcta hasta cierto punto. Pero, ¿qué debemos entender cuando leemos en el “Relato en verso de Nabonido” que a Belsasar se “le confió el reino”?

Cualquier hebreo que haya salido del ambiente político donde Daniel se hallaba habría estado bien consciente de la práctica de la corregencia. David puso a Salomón sobre el trono junto con él de modo que hubo dos reyes gobernando a Israel por un tiempo. Esto también ocurrió de nuevo en varias ocasiones en la historia de Israel. Daniel, por lo tanto, sencillamente hizo referencia a Belsasar como “rey” porque él ocupaba esa posición y fungía como rey. Daniel estaba históricamente en lo correcto porque sabía quién estaba gobernando en Babilonia mientras Nabonido se hallaba fuera de la capital por diez años.

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