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¿Por qué ofrecería Belsasar convertir al individuo que tuviera éxito en el “tercero” en el reino? Sería mucho más natural ofrecer hacerlo el “segundo”, o simplemente concederle grandes honores. Pero un ofrecimiento de la “tercera” posición en el reino suena extrañamente específico. ¿Por qué el “tercer” puesto?

Todo queda aclarado cuando entendemos la situación política en Babilonia en ese tiempo. El reinado de Babilonia estaba involucrado en un arreglo inusual justo en ese entonces. El rey oficial era Nabonido, el padre de Belsasar. Pero debido a su extensa ausencia del reino, había hecho a Belsasar corregente. En sus propias palabras, le “había confiado el reino a él [Belsasar]”. Por diez años, mientras Nabonido se hallaba fuera en Tayma, Arabia, Belsasar permaneció en Babilonia para administrar el reino.

Ahora, sin embargo, Nabonido había regresado. Pero la situación se había tornado más amenazadora de como estaba cuando se fue a Arabia. Con el asalto de los medos y persas a la frontera oriental del imperio, Babilonia estaba en peligro de derrumbarse. Dos gobernantes eran vitalmente necesarios en ese tiempo: uno en el campo para enfrentar el ataque del enemigo, y el otro en la capital para mantener seguro el control del reino. Nabonido tomó el papel de comandante en el campo y dirigió una división del ejército de Babilonia al río Tigris para enfrentar a Ciro y sus tropas. Belsasar permaneció en la ciudad con otra división del ejército para proteger la capital. Nabonido fue derrotado en el día decimocuarto de Tishri, y la ciudad de Babilonia cayó ante el ejército persa dos días después. Mediante el uso de cálculos realizados por astrónomos y asiriólogos modernos, el día que cayó Babilonia puede identificarse en términos de nuestro calendario como el 12 de octubre del 539 a.C.

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