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La conquista de Babilonia por el ejército medopersa es descrita por el historiador griego, Herodoto, quien visitó la región un siglo después de los acontecimientos. Los habitantes le contaron que los persas desviaron el río Éufrates y luego marcharon hacia la ciudad por el lecho del río, evitando así el intrincado sistema de murallas de la fortaleza (The Histories [Las historias], tomo 1, pp. 189-192). Todo esto ocurrió en Tishri, el mes que llamamos octubre. Ese es el mes en el que el río Éufrates está a su nivel más bajo. Por lo tanto, no resulta enteramente claro cuánta agua tuvieron los persas que desviar del río. De cualquier manera, lograron entrar a la ciudad a través del lecho del río.

Aún quedaba el obstáculo de las puertas de la ciudad en los muelles a los lados del río. Probablemente su defensa no era muy pesada, pero los persas con todo tendrían que haberlas abierto a la fuerza. La pregunta es ¿cómo?

La teoría más prevalente es que un grupo de traidores en la ciudad, compuesto de babilonios disgustados con el gobierno de Nabonido, estuvieron dispuestos a abrir las puertas para sus libertadores. Nabonido era un rey impopular, y existen textos, escritos después de la caída de Babilonia, que incluso sugieren que estaba loco. Desde luego, esto bien puede ser propaganda medopersa para asegurar una aceptación rápida entre el populacho. Pero una respuesta de cómo los persas pudieron abrir una brecha en las murallas de la ciudad a lo largo del río es que traidores dentro de la ciudad voluntariamente las abrieron.

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