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Capítulo 4

Cómo comenzó el reino de las tinieblas – Parte 2

A veces me pregunto cómo será el cielo. La Biblia nos da algunas vislumbres de la nueva tierra: no habrá dolor, sufrimiento o muerte (Apoc. 21:4); construiremos casas y plantaremos viñas (Isa. 65:21); y no habrá animales salvajes con los que tengamos que luchar (vers. 25). También sabemos que habrá un árbol de la vida y que disfrutaremos comiendo sus frutos al menos una vez al mes. ¡Apocalipsis incluso sugiere que nos comeremos las hojas! (Apoc. 22:2). Pero casi no tenemos información sobre el lugar donde pasaremos el Milenio. Sabemos que es el hogar de Dios (la Trinidad) y de los ángeles, y sabemos que está libre de pecado y maldad. Sin embargo, uno de los grandes rompecabezas de la teología cristiana es cómo y por qué el mal se originó en el cielo.

En el capítulo 1 señalé que Dios dio a los ángeles y a los seres humanos inteligencia: la habilidad de razonar, reflexionar, debatir y hacer preguntas, incluyendo la habilidad de interrogarlo. También nos dio otra cualidad: las emociones, que hacen posible que experimentemos sentimientos como la alegría y la tristeza, el amor y la ira, la paz y el miedo. Además, nuestras emociones y nuestra inteligencia interactúan. Lo que sabemos puede influir en cómo nos sentimos, y lo que sentimos puede influir en lo que pensamos y creemos. Por ejemplo, si me informan que conseguí un trabajo que solicité (un hecho intelectual), me sentiré feliz (una respuesta emocional).

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