Читать книгу Camino al Armagedón онлайн

61 страница из 127

Elena de White continuó escribiendo que “la influencia de los santos ángeles pareció por algún tiempo arrastrarlo con ellos [a Lucifer]. Mientras en melodiosos acentos se elevaban himnos de alabanza cantados por millares de alegres voces, el espíritu del mal parecía vencido; indecible amor conmovía su ser entero; al igual que los inmaculados adoradores, su alma se hinchió de amor hacia el Padre y el Hijo”. Desafortunadamente, Lucifer otra vez “se llenó del orgullo de su propia gloria. Volvió a su deseo de supremacía, y una vez más dio cabida a su envidia de Cristo [...]. Él [Cristo] compartía los designios del Padre, mientras que Lucifer no participaba en los propósitos de Dios. ¿“Por qué -se preguntaba el poderoso ángel- debe Cristo tener la supremacía? ¿Por qué se le honra más que a mí?”39

El verdadero problema

El punto crítico aquí son las emociones de Lucifer. Se había enorgullecido de su belleza y de la alta posición que ocupaba como querubín protector que estaba junto al Trono de Dios. Después de todo, él, Lucifer, hizo importantes mandados para el Dios Todopoderoso, ¡el Anciano de días y el Creador de todo lo que existe! Él, Lucifer, era el querubín protector que estaba junto a Dios en su Trono. Él, Lucifer, estaba bellamente decorado con muchas joyas que estaban engastadas en oro. Cómo debió de hincharse su pecho al pensarlo. ¡Cómo debió de pavonearse al mirar su reflejo en el mar de cristal!


Правообладателям