Читать книгу Conflicto cósmico. Acontecimientos que cambiarán su futuro онлайн

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El Señor anunció por boca del profeta Joel que una manifestación especial de su Espíritu se realizaría justo antes de las escenas del gran Día de Dios (Joel 2:28). Esta profecía se cumplió parcialmente con el derramamiento del Espíritu Santo el Día de Pentecostés; pero alcanzará su cumplimiento completo en las manifestaciones de la gracia divina que han de acompañar la obra final del evangelio.

El gran conflicto entre el bien y el mal aumentará en intensidad hasta el fin del tiempo. En todas las edades la ira de Satanás se ha manifestado contra la iglesia de Cristo; y Dios ha derramado su gracia y su Espíritu sobre su pueblo para robustecerlo contra el poder del maligno. Cuando los apóstoles de Cristo estaban por llevar el evangelio por el mundo entero y consignarlo por escrito para provecho de todos los siglos venideros, fueron dotados especialmente con la luz del Espíritu. Pero a medida que la iglesia se vaya acercando a su liberación final, Satanás obrará con mayor poder. Descenderá “con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12). Obrará “con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (2 Tesalonicenses 2:9). Por espacio de seis mil años esa inteligencia maestra, después de haber sido la más alta entre los ángeles de Dios, no ha servido más que para el engaño y la ruina. Y en el conflicto final se emplearán contra el pueblo de Dios todos los recursos de la habilidad y sutileza satánica, y toda la crueldad desarrollada en esas luchas seculares. Durante ese tiempo de peligro los discípulos de Cristo tienen que dar al mundo la amonestación del segundo advenimiento del Señor, y un pueblo ha de ser preparado “sin mancha e irreprensibles” para comparecer ante él a su venida (2 S. Pedro 3:14). Entonces el derramamiento especial de la gracia y el poder divinos no serán menos necesarios que lo que fue para la iglesia en los días apostólicos.

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