Читать книгу Conflicto cósmico. Acontecimientos que cambiarán su futuro онлайн

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Jesús observaba la historia de más de mil años del favor especial y del cuidado protector de Dios manifestados hacia el pueblo elegido. Jerusalén había sido honrada por Dios más que cualquier otro lugar de la tierra. El Señor había “elegido a Sion... por habitación para sí” (Salmo 132:13). Durante siglos, los santos profetas habían anunciado mensajes de advertencia. Diariamente la sangre de los corderos había sido ofrecida para representar la del Cordero de Dios.

Si Israel se hubiera mantenido leal al cielo, Jerusalén habría permanecido para siempre como la elegida de Dios. Pero los anales de este pueblo favorecido eran una historia de apostasía y rebelión. Con un amor mayor que el de un padre que se compadece, Dios había tenido “misericordia de su pueblo y de su habitación” (2 Crónicas 36:15). Siendo que las amonestaciones y reprensiones habían fallado, él mandó el más rico don del cielo, el Hijo de Dios mismo, para exhortar a la ciudad impenitente.

Durante tres años el Señor de luz y gloria había caminado entre su pueblo “haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos del diablo”, poniendo en libertad a los cautivos, devolviendo la vista a los ciegos, haciendo que el cojo caminara y el sordo oyera, limpiando a los leprosos, resucitando a los muertos y predicando el evangelio a los pobres (ver Hechos 10:38; S. Lucas 4:18; S. Mateo 11:5).

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