Читать книгу Conflicto cósmico. Acontecimientos que cambiarán su futuro онлайн

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El magnífico templo condenado

Dos días antes de la Pascua, Jesús de nuevo fue con sus discípulos al Monte de los Olivos que dominaba la ciudad. Una vez más observó el templo con su deslumbrante esplendor, una joya de hermosura. Salomón, el más sabio de los reyes de Israel, había completado el primer templo, el edificio más magnífico que jamás tuviera el mundo. Después de su destrucción por parte de Nabucodonosor, fue reedificado quinientos años antes del nacimiento de Cristo.

Pero el segundo templo no había igualado al primero en esplendor. No hubo una nube de gloria, no descendió fuego del cielo sobre su altar. El arca, el propiciatorio y las tablas del testimonio no se hallaban allí. Ninguna voz procedente del cielo había manifestado al sacerdote la voluntad de Dios. El segundo templo no fue honrado por la nube del Dios de gloria, pero sí con la presencia viva de Aquel que era Dios mismo manifestado en carne. El “Deseado de todas las gentes” había venido a su templo cuando el Hombre de Nazaret enseñaba y sanaba en los atrios sagrados. Pero Israel había rechazado el Don ofrecido por el cielo. Junto con el humilde Maestro que ese día había salido por sus áureos portales, la gloria se había apartado para siempre del templo. Ya se estaban cumpliendo las palabras del Salvador: “Vuestra casa os es dejada desierta” (S. Mateo 23:38).

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