Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Al finalizar su discurso Castiella hizo esta referencia:

La esperanza de hoy en el nacimiento de la nueva nación guineana se halla muy lejos de la desesperación de aquel Comisario Regio español, don Pedro Jover y Tovar; que, a principios de siglo, no pudiendo resistir el dolor de haber participado con los representantes de Francia en la delimitación de las fronteras de Guinea -aquellas fronteras mínimas que la rapacidad colonialista europea había dejado para España- se suicidó para no contemplar la desgracia. La pequeñez de aquel territorio, que tanto entristeció a nuestro compatriota, se ha transformado gozosamente en la grandeza del acto histórico de hoy.67

Esta tesis de Castiella ha sido repetida hasta la saciedad.68 Por citar solo dos ejemplos:

Arija atribuye el suicidio del negociador español, en la travesía de regreso a España, a la vergüenza por lo poco conseguido:69

…a borbotones salía la sangre generosa de la noble cabeza rota, corriendo velos de pudorosa dignidad sobre la Memoria que de su comisión venía redactando. Las últimas líneas del documento decían textualmente lo que sigue: al arriarse la bandera francesa (en Bata) España quedó en posesión de un territorio que no tiene más que 28.000 kilómetros cuadrados (en realidad eran 26.000) en vez de los 200.000 que recorrieron nuestros exploradores (no es cierto que recorrieran esa extensión) y que nos correspondían.70

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