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Cosa diferente es que la lectura de las cartas (hasta donde llegan -y lo que puede uno imaginar más allá, cuando las deja de escribir-) permiten apreciar el progresivo deterioro de su ánimo y de su salud, que como los de tantos otros europeos que vinieron a estas tierras en aquella época -militares, misioneros o colonos- fue mermando hasta llegar al límite. Coppola lo consideraría el síndrome del coronel Kurtz.

En cualquier caso no hay fuente mejor que lo escrito de su puño y letra por Pedro Jover en la primera parte del viaje (no es enteramente cierto, le pasaba las cartas a limpio un asistente apellidado Zafra); cartas que al final se hacen menos frecuentes hasta llegar a la última, enviada desde Libreville el 30 de septiembre de 1901, justamente un mes antes de que se pegara el tiro.

Las cartas

Repasemos algunos fragmentos:

De la breve introducción que hizo Francisco al iniciar su lectura, el 17 de abril de 1902:

…emoción profunda …mucho he vacilado antes de atreverme a venir aquí …sin alterar nada … cartas íntimas que jamás creyó que pudieran salir a la luz …22 años de carrera diplomática.

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