Читать книгу Un mundo made in China. La larga marcha hacia la creación de un nuevo orden mundial онлайн
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Dijimos que la idea subyacente era intentar explicar uno de los tantos vectores por los cuales China intentaba convertir su crecimiento en desarrollo y reducir su fuerte grado de dependencia de Occidente, a grandes rasgos. Esto obliga necesariamente a analizar la interacción entre el desarrollo y la demanda de tecnología, no sólo a los efectos de definir las necesidades de la tecnología de un sector –por caso, la industria– sino también para hacer que las demandas de ciertas técnicas tengan respuesta institucional para que se pueda sostener un proceso de desarrollo técnico, que reduzca aquella dependencia tecnológica. La política llevada a cabo por China para innovar, no le deja otro camino que competir en terrenos que no le resultaban conocidos, por no haber formado parte del grupo de economías que les dieron forma. Consolidar su desarrollo implica hacer un gran esfuerzo (como en el caso de cualquier otra economía que pretenda subir su nivel de ingreso promedio) para elevar el nivel de vida promedio de su población, lo que va de la mano de una fuerte mejora en la competitividad sistémica de la economía, si es que se pretende dejar de ser dependiente. Se puede aumentar la competitividad siendo más productivo, claro, y no necesariamente esa economía será autónoma para tomar decisiones. Tendrá eventualmente éxito económico, pero no soberanía política para decidir sobre su futuro.