Читать книгу Psicoterapia breve psicoanalítica. Una experiencia de psicoanálisis aplicado. Clínica y teoría онлайн

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2 La neutralidad (benevolente), clásica en la técnica psicoanalítica, es una actitud adecuada para toda psicoterapia. Aunque en la PBP, no obstante, el terapeuta requiere una mayor actividad en sus intervenciones, lo cual no quiere decir una postura directivista, por supuesto. ¿A qué llamamos neutralidad benevolente? Es una actitud difícil de comprender para la persona de la calle. Cuando alguien explica un problema a otra persona, ésta responde en el nivel similar de registro emocional. Es decir, si una persona explica a otra sus penas por la pérdida de una relación, la última responderá consolándola, y en el peor de los casos deprimiéndose con ella. En otra situación, una persona explica sus angustias frente a un problema laboral y el interlocutor de la calle puede responder dándole consejos sobre cómo intervenir ante esa situación. En todas estas situaciones hay alguien que vive una situación que le desborda, no puede pensar sobre la misma, y busca a otra persona que lo haga por él.La neutralidad benevolente, en cambio, es la actitud propia del terapeuta que en primer lugar evita esas reacciones del interlocutor de la calle. Es decir, de no entrar en colusión, diríamos, con el paciente en cuanto evitarle que piense sobre su problema. (Hablo de pensar en el sentido bioniano de tolerar una experiencia para metabolizarla y darle un significado). Por el contrario, tratamos de ayudarle a pensar. Y la primera cuestión estriba en que el terapeuta aprenda a tolerar el impacto de lo que se le ha comunicado, para pensar sobre ello.Pero dicha actitud no se corresponde con la imagen que Freud nos dio del analista como un espejo en sentido literal, ni siquiera en el propio psicoanálisis. No responder como la persona de la calle no quiere decir adoptar una actitud distante y fría. Y mucho menos en una psicoterapia psicoanalítica breve. Hay muchas maneras de reaccionar ante el paciente, dando muestras de una actitud receptiva, pero sin responder en el sentido de ofrecer una tranquilización inmediata, para evitarle que piense sobre su experiencia. Otra cosa es la respuesta explícita del terapeuta, es decir, sus intervenciones, sean interpretativas o no.

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