Читать книгу Estudios sobre la psicosis. Nueva edición reescrita y ampliada онлайн

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Dos son las consecuencias indelebles que han surgido a raíz de estos debates sobre la responsabilidad o la irresponsabilidad, la culpabilidad o la inocencia. Supuso la primera una ruptura con la concepción clásica de la locura y una paulatina transformación del insensato clásico en el alienado moderno, quien a su vez —en el marco de la nueva concepción médica impulsada por Jean–Pierre Falret y ampliamente desarrollada por Kraepelin— habría de convertirse en el «enfermo mental» tal como hoy lo conocemos. La segunda consecuencia —y sigo en esto a Jacques Postel en su artículo «La monomanie homicide d’Esquirol: une maladie sans symptôme?»— implicó la transformación del alienista en experto médico–psiquiatra y la consideración de la psiquiatría como una especialidad médica mayor.

La conversión de la locura en las enfermedades mentales, tarea ésta que ocupó a los clínicos cerca de ocho décadas, prácticamente hasta 1930, supuso un cambio radical en el estatuto del sujeto alienado. Ciertamente, Pinel consideraba al alienado una mezcla de enfermo y loco, es decir, un ser sumido en una sinrazón enferma pero en el que persiste aún una brizna de discernimiento. Precisamente por conservar en su enfermedad un resto de razón indestructible era posible dispensarle un tratamiento —«tratamiento moral» lo llamaba—, el cual iba dirigido a ese núcleo inalienable a fin de rescatar al trastornado de su locura. Más claras que mis palabras son, a este respecto, las que Hegel dedicó a Pinel en su Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1817): «El verdadero tratamiento anímico debe atenerse en consecuencia a esta concepción de que la locura no constituye una pérdida abstracta de la razón ni por parte de la inteligencia, ni por parte de la voluntad y de la responsabilidad, sino un simple desvarío del espíritu, una contradicción de lo que aún restase de razón […]». Pues bien, únicamente si tenemos en cuenta este aspecto, el que atañe a la responsabilidad subjetiva, podremos juzgar adecuadamente los efectos sobre la práctica clínica y la terapéutica que ha ocasionado la desaparición del alienado y la creación del enfermo.

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