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El joven acepta el desafío, piensa que él va a poder triunfar allí donde todos los demás fracasaron.

La diferencia es grande en el mito de Edipo, ya que no hay prueba asignada por un rey. El encuentro con la Esfinge no obedece a un mandato impuesto por un rey «mandatario». A la Esfinge, Edipo la enfrenta por sí mismo cuando la encuentra en su camino.

Si observamos con cuidado, y allí se revela otra anomalía del mito, el solo suceso que, al decir de Goux, ocupa la misma posición secuencial que la prueba exigida por el rey hostil, no es otro que el encuentro con Layo que, como sabemos, precede a la confrontación con la Esfinge. Se trata del momento en que el joven Edipo, que logró sobrevivir a la amenaza oracular que precedía a su nacimiento, alcanza la edad en la que puede matar al rey y adueñarse del trono. Pero si en la estructura típica, en ese momento, el joven héroe se ve confrontado con la prueba impuesta por el rey, en el caso de Edipo se produce el asesinato del rey. Edipo mata a Layo.

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