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Y agrega Goux: Pero se trata de la inteligencia de un autodidacta, nadie le ha enseñado, no ha recibido ninguna lección, su razonamiento inteligente triunfa sobre el saber ancestral de los dioses, él no ha recibido ninguna enseñanza, ninguna ayuda divina fue necesaria en su caso para descifrar el enigma.

En síntesis, si la estructura de Edipo está ligada al mito heroico típico, lo está al modo de una parodia: a cada secuencia típica responde una anomalía, aunque estas anomalías puedan pasar desapercibidas, como de hecho ocurrió. Goux tiene razón al afirmar que ningún psicoanalista dio cuenta de estas anomalías, y sus críticas se dirigen sobre todo a Otto Rank, que no vaciló en otorgarle a Edipo el estatuto de mito del héroe.

¿En qué consistiría la parodia? En lugar del motivo universal —prueba impuesta por un rey— encontramos el asesinato del rey, que es el padre del héroe. En el enfrentamiento con el monstruo femenino no hay presencia de los dioses. Ni Atenea, ni Hermes están presentes, y tampoco Edipo recibe ayuda de los mortales, no hay consejo de un sabio ni aliento de una novia. En singular contraste con el héroe tipo, la victoria de Edipo sobre la Esfinge es una anomalía mítica. El triunfo es autodidáctico, ateo, intelectual. Tampoco hay escalonamiento de las pruebas que conducen a la victoria final y no hay movilización de la fuerza física sino ejercicio de la palabra. El corolario de todas estas anomalías es el suicidio del monstruo que aterraba a Tebas, y el premio no será el casamiento con una joven princesa sino con su propia madre.

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