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Por otra parte, sigue realizando tu propio estudio interno.

Decide ahora cuál será el tono de voz que utilizarás tanto dentro como fuera del aula, en todos los espacios del centro. Es muy frecuente encontrar incoherencias docentes que están totalmente interiorizadas e impregnadas en el día a día.

Por ejemplo: «¡Silencio! ¡He dicho que os calléis!». Esta muletilla es el pan nuestro de cada día. Pero, si lo piensas detenidamente... ¿Qué sentido tiene gritar para pedir silencio? ¿No es contradictorio? Es solo el resultado de unas ganas inmediatas de conseguir la atención del alumnado, pero de no tener herramientas para lograrlo. Quizá utilizado una vez o dos funcione, por el factor sorpresa y el miedo causado al alumnado, pero... No olvides que el alumnado aprenderá, aunque esta no sea tu intención, que para lograr un clima silencioso deberá levantar su tono de voz y eso llevará a que, cuando quieran todos silencio, todos lo levantarán y se culparán unos a otros de no conseguirlo. Automáticamente, se generará un caos en el aula y tu paciencia se irá acabando de forma muy rápida.


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