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Si consideramos por un momento todos los hogares fiscales —y no sólo a los donadores—, ¿qué encontramos? Que, tomando en cuenta la caída del monto de las donaciones y del número de donadores, la donación media por contribuyente francés pasó de 3.50 a 2.20 euros entre 2013 y 2016. Por supuesto, podemos preguntarnos por las razones de esta caída, pero lo que me parece más importante es destacar que la cifra de 2.20 euros por contribuyente en 2016 sigue siendo mucho más elevada que el financiamiento público a los partidos en ese mismo año: 1.70 euros por contribuyente. En otras palabras, una vez más, a pesar de la existencia de límites que algunos podrían considerar bajos en comparación con otros países, los partidos políticos franceses dependen más de donaciones privadas que de subvenciones públicas para su funcionamiento.

Nótese también que la disminución de la “generosidad” de los franceses es específica de las donaciones y las aportaciones a los partidos políticos: si bien refleja el desinterés general hacia los políticos, en ningún caso demuestra una disminución generalizada de las donaciones a asociaciones. En efecto, si consideramos la totalidad de las donaciones —y no sólo las donaciones a partidos—, veremos que, desde 2006, tanto el número de donadores como el monto total de las donaciones han ido en constante aumento en Francia, con excepción de 2016. Esto es congruente con lo que hemos observado en el caso de Italia: mientras que muy pocos contribuyentes italianos —menos del 3%— toman la decisión de destinar el “2 por mil” al financiamiento de los partidos políticos, más de la mitad hacen uso del “5 por mil” que sirve para financiar la investigación, el patrimonio o incluso el deporte.

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