Читать книгу El pensamiento crítico desde Sudamérica. Tres años de "Huellas de Estados Unidos" онлайн
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Otro tanto ocurre con la comparación entre el cowboy texano y el gaucho pampeano. Este último intento de marcar similitudes y puentes de identidad lleva a una aún mayor exaltación del exotismo. Mientras que se nos muestra cómo el cowboy texano es extraído de un paisaje industrial del cual ya no es parte, quedando claro que en términos demográficos y económicos el cowboy se trata más de un mito fundacional que de una figura representativa del presente de los Estados Unidos, no hay nada en el relato que indique cuán representativo de la cultura argentina actual es el gaucho. Esta omisión refuerza la tendencia que ya hemos señalado y termina de relegar a Latinoamérica a ese estadio de premodernidad ahistórica que, de acuerdo a Dorfman y Mattelart, las obras de Disney reservan para aquellos que viven más allá de las fronteras de Patolandia.
En Acuarela de Brasil esta tendencia reduccionista se vuelve aún más pronunciada cuando Donald conoce a un nuevo personaje local. Se trata de José Carioca, un loro verde que saluda a Donald con gran efusividad. Donald exhibe un total desconocimiento de José y del idioma portugués al leer su tarjeta, pero el loro lo reconoce y lo recibe como amigo: “¡O Pato Donald!, ¡O Pato Donald!” A continuación, Donald, quién no parece estar acostumbrado al alcohol, bebe cachaza y se embriaga. Fumando, José le dice “¡Ahora tienes el espíritu de la samba!” Un pincel se moja en la bebida y pinta la fiesta a la cual se trasladan juntos a continuación. La relación es desigual de principio a fin. Primero, Donald no conoce a José ni su cultura, mientras que José conoce y admira a Donald. Segundo, José y Brasil aparecen asociados al ocio, la vida nocturna, la danza y el consumo de alcohol y tabaco, mientras que Donald no parece estar acostumbrado a ninguna de estas prácticas.