Читать книгу La historiografía medieval. Entre la historia y la literatura онлайн

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Todas mis reflexiones en esta segunda parte están gobernadas por mi convicción de que el historiador debe mantener un adecuado equilibrio entre el respeto por la realidad histórica, por un lado, y la conveniencia de ajustar su discurso a las necesidades y demandas de la sociedad que le rodea, por otro. El problema es que cualquier polarización de esa ecuación le llevaría a dejarse llevar por un excesivo preterismo o presentismo, respectivamente: o bien se encerraría en una torre de marfil acorazada en un lenguaje autorreferencial y jergal que terminaría en un callejón sin salida y haría estéril su trabajo, con su acusada tendencia al anticuarianismo; o bien se deslizaría hacia una historia partidista que le convertiría en un esclavo al servicio de la utilidad (política, ideológica o económica) del momento presente y de lo políticamente correcto.

Una interpretación de la historiografía medieval realizada a la luz de las tendencias recientes permite adentrarse en los problemas que la historiografía actual tiene planteados. Y quizás esto no sea tan paradójico como parece a primera vista, pues muchas veces, desde su simplicidad, los cronistas medievales ya se plantearon todos los problemas asociados a la práctica histórica: tuvieron que analizar un pasado ya irrecuperable a la luz de un presente cuyas demandas políticas, sociales e ideológicas los acuciaban. Así, en el capítulo 5 realizo un intento de análisis de la historia de la historiografía contemporánea, desde el historicismo al posmodernismo, basándome en el modo como los historiadores han analizado los textos históricos medievales durante los dos últimos siglos. En el capítulo 6 me refiero a los tres «neomedievalismos» (el nuevo medievalismo, la nueva filología y el nuevo historicismo) que han surgido al amparo precisamente de la interpretación de los textos históricos. Esto me da pie a cuestionar el sentido de lo «nuevo» en la historiografía. Finalmente, en el capítulo 7, que funciona de hecho a modo de epílogo, me planteo el problema de la referencialidad en la historia.

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