Читать книгу Cosas que no creeríais. Una vindicación del cine clásico norteamericano онлайн

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Podríamos multiplicar los ejemplos de este tipo de situaciones en las que la comicidad parece siempre sugerir una realidad más compleja y angustiosa. Con Laurel y Hardy la comedia cinematográfica se hace definitivamente adulta, más allá de las enunciaciones de desvalimiento y deseo insatisfecho en que solían consistir las tramas de Keaton, por ejemplo, o del humanitarismo de Chaplin. La larga y fructífera influencia del dúo se traducirá en un sinfín de ecos, reflejos y remedos. A la luz, por ejemplo, del hallazgo visual que supone colocar un caballo (vivo) sobre un piano en el corto Wrong Again (1929), adquiere una significación distinta la idea de Buñuel y Dalí de hacer lo propio con dos burros muertos y putrefactos en Un perro andaluz (Un chien andalou), rodada el mismo añossss1—. No es ajeno a su influencia, por supuesto, el éxito de las diversas reediciones de la fórmula del dúo cómico a lo largo de la historia del cine norteamericano: no sólo el burdo remedo en que consistió la trayectoria de los comicastros Abbot y Costello, sino, por ejemplo, la sutil revivificación efectuada por Jerry Lewis y Dean Martin, o la versión más refinada que encontramos en las comedias de “guerra de sexos” de Leo McCarey y Howard Hawks, tales como La pícara puritana (The Awful Truth, 1937) o La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, 1938). No hay que olvidar que, durante un tiempo, los estrenos de las películas de Laurel y Hardy coexistieron con los de las películas más afamadas de estos otros cineastas; y que algunos de los directores más destacados del género, tales como el mencionado McCarey, se habían formado en los estudios de Roach.


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