Читать книгу Cosas que no creeríais. Una vindicación del cine clásico norteamericano онлайн
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A diferencia de lo ocurrido con otros cómicos que habían iniciado sus carreras en el cine mudo, las de Laurel y Hardy no se resintieron con la llegada del sonido; y sólo el éxito de una derivación más evolucionada del género a cargo de otro tipo de actores —piénsese en Cary Grant, Katharine Hepburn o Irene Dunne— los llevó a apelar, por contraste, a otro tipo de comicidad más inocente e infantil: preparaban, insinúa Louvish, el camino hacia su pervivencia en la televisión, que les aseguró la popularidad entre varias generaciones posteriores. Pero eso, como diría cierto personaje de Wilder, es otra historia.
ssss1 “El resultado, en ambos casos, es surrealista; un artificio en el primer ejemplo, un resultado natural de las confusiones de la vida en el segundo” (Louvish, 236).
Entre Europa y América: el caso de Louise Brooks
La insólita popularidad “extemporánea” de la actriz Louise Brooks (1906-1985), cuyo periodo de firme aspirante al estrellato puede darse por concluido en torno a 1930, ha merecido toda clase de análisis: desde el testimonio de rendida admiración cinéfila que fue el artículo que le dedicó Kenneth Tynan en The New Yorker en 1979, y que se ha convertido en texto de referencia para cualquier apreciación que quiera hacerse de la actriz, hasta textos tan recientes como la ponencia que, en sede universitaria, le dedicó en 2015 la investigadora Carmen Guiralt Gomar, en la que se proponía explicar precisamente esa sobrevenida condición de “estrellato extemporáneo”, que constituye un caso único en la historia del cine. En dicha ponencia se daban, muy plausiblemente, cuatro razones que explicaban esta tardía resurrección: la “modernidad y atemporalidad” del personaje y el tipo físico que encarnaba Brooks, aún hoy vigente e imitado por modelos y actrices actuales; su “rebeldía”, que derivó en un insólito discurso crítico con el entramado hollywoodense; el “rescate y reconstrucción de sus films” desde mediados de los 50; y, sobre todo, el hecho de que, desde 1956, Brooks se revelara como una aguda y mordaz comentarista de cine y publicara sus crónicas —que siempre incluían una vindicación de sí misma y de su actitud hacia el mundo del cine— en prestigiosas revistas del ramo, y que algunas de esas crónicas conformaran en 1974 el extraordinario libro Lulu in Hollywood, que ha conocido diversas reediciones, la última de las cuales, publicada en 2000, incorpora nuevos textos de la actriz e incluye el canónico ensayo de Tynan.