Читать книгу Noche sobre América. Cine de terror después del 11-S онлайн
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Así, en el momento de escribir aquellas líneas, me resultaba paradójica la simultaneidad en cartel de dos películas inglesas encomendadas a la advocación de Margaret Thatcher, patrona del neoliberalismo. La primera, La dama de hierro (The Iron Lady, Phyllida Lloyd, 2011), era un filme biográfico consciente y recortado según el patrón de la ideología dominante: lo histórico se reducía a lo personal, lo social y lo colectivo se aplanaban y menguaban para dejar paso a la lucha del individuo por abrirse camino, a la representación de sus flaquezas y sus méritos. La segunda, La mujer de negro (The Woman in Black, James Watkins, 2012), era un relato de terror que, inconscientemente, invoca el fantasma de un pasado que sigue embrujando nuestro presente y arrancando las semillas del futuro.
Crythin Gifford, lugar en que transcurre el relato de La mujer de negro, podría pasar por ser la más lúgubre aldehuela de toda la campiña inglesa, un lugar deprimido y triste por el que se desliza un espectro que ha traído la ruina a la comarca. Los aldeanos aceptan como inevitable la presencia de la fantasma, evitan hablar de ella y no hacen nada a pesar de que sus hijos —el futuro— acabarán destruidos por ella. En Crythin Grifford no hay otra resistencia al influjo del pasado que la del héroe que llega de fuera y éste sólo actúa por la amenaza a perder el empleo y, con él, la posibilidad de mantener a su frágil familia. James Watkins no pretendía que su filme se interpretara en clave de alegoría política sino, más bien, componer una sinfonía del pánico, un tour de force estético; sin embargo, la precariedad familiar y laboral, la descomposición social, la apatía colectiva y, sobre todo, la sombra de un pasado siniestro que se alarga hasta engullir cualquier posible amanecer eran las claves que articulaban el progreso del héroe a lo largo del relato.