Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн

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Así, en nuestra sociedad actual, una vez más, el concepto de lujo ha demostrado su extraordinario dinamismo y los sociólogos y los periodistas de moda sobre todo han comenzado a hablar de un «lujo que ha perdido su esplendor»,ssss1 en el sentido de que antes las marcas más cotizadas no salían del núcleo estricto de una aristocracia del dinero y del «estilo», mientras que la globalización del mercado ha hecho que se vulgaricen, y de esta manera se bastardee el sentido tradicional del lujo, asociado a la pericia artesanal y a la exclusividad. Ahora, la fabricación en serie, normalmente bajo aberrantes condiciones de explotación en países del Tercer Mundo, de estas marcas, las ha popularizado hasta cierto punto, de manera que lo que se compra poco tiene ya que ver con el lujo artesanal, que predominaba hasta hace sólo unas décadas, y ha pasado a ser únicamente una imagen, una ilusión de pertenencia, en realidad ya muy masificada.

La discusión sobre estos procesos demuestra, en todo caso, la actualidad del tema del lujo, y la necesidad de una reflexión sobre él desde un punto de vista histórico. Sin embargo, reducir el debate a lo meramente económico significaría empobrecerlo considerablemente, ya que en el consumo de bienes exclusivos se proyecta toda una serie de factores –sociales, políticos, de comunicación, religiosos incluso–que acaban creando una tupida trama ideológica en torno a él. Especialmente si consideramos, como hemos insinuado, que el concepto de lo lujoso es cambiante por naturaleza, que está muy relacionado con aquello que Pierre Bourdieu llamó la «distinción», la cual implica, ante posibles cambios en la estructura social, la necesidad de un «gusto» reconocido y sancionado por las elites, que diferencie a aquellos que saben gastar su dinero de los que carecen de la formación necesaria para consumir «con estilo», sobre todo porque hace poco que han llegado a ese estatus privilegiado.ssss1 Sin duda en este aspecto, y en el de la asociación de los objetos lujosos con la destreza artesanal de la que hemos hablado, la historia del lujo se cruza con la historia del arte, y al menos en uno de sus sentidos, toda obra de arte se convierte de alguna manera en un bien suntuario. Por eso, aún en los siglos finales de la Edad Media, que constituyen el arco cronológico en el que se centran los estudios de este volumen, la arquitectura, los retablos, los libros miniados o las esculturas, por mucho que estuvieran concebidos en origen para satisfacer otras necesidades, de tipo espiritual, cultural o simplemente doméstico, llevaban implícito un cierto sentido del lujo por muchas razones.

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