Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн

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La relevancia de estas noticias es mayor a la luz de la referencia invocada en su momento por Miguel Falomir. En 1486 el rey Fernando el Católico se excusó a su hermana Juana, reina de Nápoles: no podía enviarle retratos familiares en correspondencia a los recibidos desde allí por no disponer de un pintor capaz de ejecutarlos.ssss1 La incorporación, poco después, de Antonio Inglés y Miguel Sitow en calidad de pintores de cámara palió esta situación, pero el dato resulta relevante para evaluar el panorama pictórico general. A modo de recapitulación podemos concluir que tal modalidad habría tenido un cierto impacto en la Corona de Aragón de la mano de Dalmau, sin que de ello se derivara ninguna continuidad.

Volviendo a Barcelona, el encargo a un pintor foráneo de la tabla para el oratorio del palacio cívico que los artistas locales verían como una empresa de prestigio, debió de despertar todo género de suspicacias: los clientes habían buscado en esa dirección porque los de la ciudad no podían proporcionarles lo que ambicionaban.

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