Читать книгу Patrick Modiano. Perros en la memoria онлайн

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Modiano utiliza aquí el mismo desplazamiento psíquico que cuando sugiere que él y su hermano «eran» Delphine y Marinette. Françoise y Catherine también «eran» Delphine y Marinette. Pero a la vez se trata de un desplazamiento doble, ya que en la medida que Modiano y su hermano «son» Delphine y Marinette y también lo «son» Françoise y Catherine, las dos incipientes actrices «son» a su vez el escritor y su hermano Rudy. Modiano se siente próximo a Françoise Dorléac, sugiere, porque, como a él, la expulsaron del colegio; también porque ella, como él, era hija de una actriz; e incluso, en una oposición muy propia de Modiano, porque, a diferencia del maltrato que infringía la madre del escritor a su perro, Maurice Dorléac, el padre de las actrices, practica la compasión con un ratoncito al que le hace un masaje cardíaco.

Los cuentos protagonizados por Delphine y Marinette narran historias en las que los animales están continuamente presentes, especialmente perros y caballos. En ellos, la idea de la compasión del hombre por el animal se potencia por el artificio literario de una fábula en la que el animal puede ser compasivo con el hombre. Así en Le Chien (Aymé, 2002a: 427-444), un perro llega a la granja de las niñas y les cuenta que trabajaba como lazarillo de un ciego que, para recuperar la vista, le pasa su enfermedad y luego le abandona. Las niñas se apiadan de él y es acogido en la granja. La ceguera pasa del perro al gato, que la asume para demostrar que es bueno tras haberse portado mal. El gato luego se la pasa a una rata a cambio de no comérsela. Hasta que un día aparece por la granja el antiguo amo del perro, quien lamenta lo que ha hecho porque es tan perezoso que no puede ganarse la vida. Le pide al perro que le devuelva la ceguera y así podrá volver a comer de las limosnas. Al final, la rata le devuelve la ceguera al vagabundo y el perro accede a hacer de lazarillo, mientras las pequeñas le despiden entre sollozos. Con la lectura de este cuento el Modiano niño asimila como profunda verdad la hiperbólica compasión que manifiestan los animales del cuento. Además, en la circularidad de esta historia de Aymé es difícil no percibir la idea de «eterno retorno» que de forma explícita aparece en muchas novelas de Modiano y de manera obsesiva en En el café de la juventud perdida. Pero especialmente el lazarillo del cuento de Aymé remite al perro de Jansen, el fotógrafo de Perro de primavera, sobre el que volveremos en el análisis de esta obra en el capítulo 8.

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