Читать книгу Patrick Modiano. Perros en la memoria онлайн

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La metáfora es explícita: las perreras son los campos de concentración y los seis millones de perros, los seis millones de judíos deportados.ssss1 En Dora Bruder, el narrador especula con la posibilidad de que la protagonista hubiera podido encontrarse en el cuartel parisino de Tourelles (paso previo al campo de concentración de Drancy) con una decena de francesas «arias» que, en el primer día que los judíos estaban obligados a llevar la estrella amarilla, tuvieron la valentía de llevarla también en señal de solidaridad, pero luciéndolas de manera fantasiosa e insolente para las autoridades de ocupación. Una de esas mujeres, narra Modiano, había pegado una estrella amarilla al collar de su perro. Con esta imagen, la estrella del perro convierte al can en un doble de la supuesta judía y a esta en la doble de una mujer aria, en un salto de alteridades que multiplica el altruismo hasta la heroicidad.

La «inversión del asunto» a la que apela Modiano, según la cual el maltrato a las personas parte de considerar que su vida no vale más que la de un animal, está perfectamente fabulada en otro de los cuentos del Chat perché de Aymé, «L’âne et le cheval» (2002b: 507-519). El relato merece un resumen detallado. Una noche de claro de luna, Marinette le dice a su hermana que le gustaría ser un caballo blanco. Delphine le contesta que ella se conformaría con ser un asno gris. A la mañana siguiente aparecen convertidas en un caballo y en un asno. Al principio los padres no se creen que sean sus hijas, pero poco a poco acaban aceptando la situación. El caballo y el asno son trasladados al establo y utilizados como animales de trabajo. Los padres cada vez los tratan menos como hijas y más como bestias. A Delphine y Marinette los padres les parecían más temibles que antes y siempre se sentían culpables de no saber qué falla. El trato es cada vez peor, les hostigan con sus gritos y les azotan con la fusta. Marinette le recrimina a su padre la dureza del castigo. Éste intenta excusarse diciéndole que solo la ve como un caballo y esta contesta que aún si así fuese, no debería atizarla tan duramente. Sin embargo, los castigos cada vez van a más; al punto que, encolerizado y lloroso, el caballo se asombra de que el resto de animales tolere tan terrible maltrato, aduciendo que ella lo aguanta solo porque son sus padres. Llega un momento en que los padres les dicen que no creen que sean sus hijas. El asno les acusa entonces de ser todavía peores padres, pues si no creen su versión, son unos descuidados al no haber hecho nada por buscar a sus hijas cuando estas desaparecieron. Tratan de cantarles canciones que les enseñaron de pequeñas, pero todo es inútil. Con el tiempo hasta ellas mismas olvidan lo que fueron, sus recuerdos se nublan y hasta confunden sus antiguas identidades, creyendo ambas que fueron Marinette. Acaban por sumergirse en su identidad de animales de granja y aceptan con naturalidad los golpes de sus amos. Éstos cada vez están más contentos con su productividad. Ganan dinero y se compran unos zapatos. Pero un día el padre entra en el establo y en lugar del caballo y el asno se encuentra a las dos niñas dormidas y las lleva a sus camas. Cuando Delphine y Marinette vuelven a la escuela tienen dificultades para usar sus manos y no dicen más que tonterías. Reciben malas notas y los padres, «que estaban de un humor de perros», las ponen a pan duro y agua. Felizmente las niñas van retomando sus hábitos, sacan buenas notas y llevan una conducta ejemplar en casa. Los padres entonces están muy felices de haber reencontrado a sus hijas a las que amaban tiernamente, «porque en el fondo eran unos excelentes padres».

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