Читать книгу Mueve tu ADN. Recuperar la salud con el movimiento natural онлайн
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Lo que descubrieron fue que, de media, los hazda pasaban doscientos veintiún minutos realizando actividades ligeras, ciento quince realizando actividades moderadas y veinte llevando a cabo actividades intensas y vigorosas cada día (las mujeres efectuaban cuarenta minutos más al día de actividad media o intensa) y no mostraban factores de riesgo de padecer enfermedades cardíacas.
Yo extraje de este estudio otros dos datos que echan por tierra cualquier argumento cultural a favor del modo en el que nos movemos. En primer lugar, mientras que los hombres hazda tendían a recorrer más distancia caminando cada día, las mujeres mostraban los mayores aumentos de frecuencia cardíaca al realizar movimientos relacionados con la alimentación (cavar y moler las semillas y los frutos secos golpeándolos) y con el porteo de cargas pesadas (niños, agua, madera y comida) al caminar. En segundo lugar, los datos no mostraban una disminución significativa en la cantidad de actividad diaria de los miembros del pueblo hazda comprendidos entre los dieciocho y los sesenta años –tal y como solemos ver a menudo en nuestra propia cultura–; al contrario, dichos grupos de edad mostraban un incremento en las actividades moderadas y en las intensas. Así es que si eres de los que utilizan la edad («¡Ya estoy muy mayor para moverme tanto!») o las tareas («¡Tengo demasiadas cosas que hacer y no tengo tiempo para realizar ejercicio!») como excusa para no moverte más, puede que sea un buen momento para que te lo replantees.