Читать книгу De mujeres y partos. Matronas y cambio social en la segunda mitad del siglo XX онлайн
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Las psicoanalistas discípulas de Freudssss1 fueron las primeras que se acercaron a planteamientos feministas, buscando encontrar un modelo de feminidad no androcéntrico, es decir, que no se definiera a partir de sus diferencias y oposiciones con la masculinidad. Esta esencia de la feminidad predispone a un deseo y a un ejercicio instintivo de la maternidad y sugiere la figura de la madre, que de manera temprana será la que imprima su huella en etapas arcaicas del desarrollo infantil. En El segundo sexo, Beauvoir (1949) realizó una crítica a la teoría freudiana porque no cuestionaba la desvalorización y la desventaja social de la mujer, sino que parecía justificar una cierta inferioridad, considerando que era natural y que formaba parte del psiquismo. Sin embargo, sus críticas fueron puntuales y respetó el psicoanálisis, porque alejaba las explicaciones unicausales sobre problemas psicológicos basadas en razones biológicas y daba cabida a la significación que para cada persona tiene la vivencia de determinadas situaciones. A este planteamiento se adscribe veinticinco años después Mitchell (1974), explicando que Freud no indica cómo han de ser la mujer o el hombre para que respondan al modelo patriarcal, sino que estudia cómo son los individuos dentro de ese mismo sistema. Según la autora, las feministas hasta ese momento solo habían dado importancia a las cuestiones sociales ignorando lo que ocurría en el inconsciente, es decir, en la subjetividad. Mitchell desarrolla por primera vez la principal aportación del psicoanálisis al feminismo: una teoría sobre la subjetividad. Esta permitirá comprender como se perpetúa la subordinación de las mujeres, gracias a que los mecanismos por los que se produce llegan a ser internalizados y reproducidos subjetivamente y es en el inconsciente donde la sociedad patriarcal reprime la feminidad.