Читать книгу Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición онлайн

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Mientras tanto, la situación económica y laboral en La Calle empeoró muy significativamente desde 1980, apenas dos años después de salir al mercado. De acuerdo con lo publicado en El País, las oficinas de La Calle fueron embargadas en septiembre de 1980 y un año más tarde, en julio de 1981, de nuevo el diario El País anunciaba la «subasta de la cabecera La Calle» para sufragar la deuda contraída con Joaquín Francés, jefe de la sección de «Internacional», por despido improcedente. En la misma situación se encontraban otros seis trabajadores de la revista.

Finalmente, la cabecera no fue subastada.ssss1 Se llegó a decir que estaba sufriendo un boicot publicitario, que explicaría el descenso brusco de publicidad en sus páginas, especialmente desde 1980.

Pero lo cierto es que La Calle estaba acusando el mismo declive que el PCE y por causas similares.ssss1 Tras el fracaso electoral de 1977, este dejó de ser el eje en torno al que había girado el discurso de la izquierda durante décadas. De pronto, la sacudida electoral le colocó en los márgenes del arco parlamentario. A partir de ahí y reformando su discurso intentó recuperar posiciones institucionales pactando con el Gobierno y renunciando al leninismo en el Congreso de 1978. Esto provocó un verdadero terremoto dentro del partido, que lo fragmentó en, al menos, cuatro corrientes irreconciliables.ssss1 Las luchas internas, la fuga de intelectuales y el descenso en la cifra de militantes acabaron por privarle de crédito político (Treglia, 2011: 34; Andrade Blanco, 2015). Mientras tanto, la revista La Calle, vinculada al sector reformista del PCE, asistía a la descomposición del partido y a la crisis de la cultura de izquierdas que lo inspiraba.ssss1

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