Читать книгу La censura de la palabra. Estudio de pragmática y análisis del discurso онлайн

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Cuando los estudiantes de periodismo me preguntan si me someto a autocensura en estos artículos respondo aquello que en principio no esperan oír: ¡claro que sí! Pienso dos veces lo que escribo, me arrepiento si he herido sin fundamento a alguien y no me fío de las personas que presumen de soltar lo primero que se les viene a la boca.

Como sucede con el resto de los hablantes, Lindo sabe que sus palabras afectan a otras personas y actúa en consecuencia. Elige la mejor formulación de su discurso para comunicar lo que desea y, de acuerdo con sus principios morales –no los de un censor–, evita ofender. Una primera elección comunicativa de cualquier hablante es la de callar, la de permanecer en silencio. Dejamos de decir cosas que pudieran herir a otros y no por eso, de acuerdo con la definición que aquí se adopta, nos autocensuramos.

Pese a esta ubicación de la censura dentro de la interacción triádica, existen casos en los que en interacciones verbales de dos personas –interacciones diádicas– sí puede tener lugar una verdadera autocensura: cuando se teme la delación (§ 5.2.2). En estas ocasiones, el censor –sea una institución o un grupo– no accede directamente a aquello que se dice en una interacción verbal determinada, pero el receptor del mensaje puede llevar a cabo una delación y comunicárselo. Hay que tener muy presente que en muchas situaciones históricas la delación se extiende y, por ende, trae consigo una autocensura generalizada. No es difícil documentar, por poner un ejemplo extremo, el hecho de denuncias de hijos contra sus propios padres.ssss1 El franciscano fray Bernardino de Sahagún (1988 [1577], libro X, capítulo 27: II, 633) recoge en su Historia general de las cosas de Nueva España que algunos de los muchachos que se educaban en su colegio de Tlatelolco delataban a sus padres si «hacían idolatría siendo bautizados». Y, más recientemente, el régimen soviético convirtió en héroe y mártir al niño Pávlik Morózov, que, de acuerdo con la propaganda, había denunciado a su padre por un comportamiento «contrarrevolucionario». Su delación se enseñaba como ejemplo de conducta en las escuelas de la URSS.ssss1


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