Читать книгу Vergel de perfectísimas flores. El convento de Corpus Christi de Carcaixent онлайн

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No volvió a saberse más del traslado propuesto por el convento de Corpus Christi, envuelto para entonces en un pleito entablado con algunos familiares de sor Sabina del Santísimo Sacramento. En concreto, el hijo de su hermano don Melchor, don Juan Sisternes de Oblites, quien ya había cuestionado la legalidad del testamento donde la religiosa instituyó a la comunidad como heredera universal de cuantos bienes poseía, alegando que tal documento vulneraba sus derechos a la herencia de su tía, al menos a aquellas cantidades correspondientes al legado de don Marco Antonio, padre de esta y abuelo del litigante, su principal beneficiario. Y más concretamente –en virtud de los fueros II y III de la rúbrica Soluto matrimonii– dos terceras partes de las 4.000 libras recibidas por aquella en concepto de dote matrimonial a raíz de su enlace con don Vicente Descals.55

A la última voluntad de sor Sabina se aferrarían ahora las dominicas para defender sus intereses ante los tribunales, por donde desfilaron –entre otros testigos– fray Onofre Sisternes de Oblites y fray Francisco Faxardo, intentando probar la legitimidad del cenobio para «adquirir los béns que pronunch recahuen en la herència de la dita doña Sabina Sisternes plenament».56 Estos argumentos fueron invalidados por la parte contraria, de la que transcurrido el tiempo se hizo cargo don Gaspar Bou Penarroja y Sisternes, señor de Benillup, Senija, Benimallull y Tormos.57 Varias sentencias opuestas a las religiosas jalonarían un largo litigio extinguido a principios de la nueva centuria, en que los últimos familiares de la benefactora se salieron con la suya.58


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