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Con anterioridad, y esto es importante, Whitman explica las razones por las que la parte de sus recuerdos de guerra ocupan tanto tiempo. Como bien apunta fue el acontecimiento histórico de su época (PW I, 2). Cuando iba a cuidar a los soldados enfermos, llevaba consigo unos cuadernillos en los que tomaba notas apresuradas que luego le permitirían recordar nombres, circunstancias y todo aquello que fuera de interés. Apuntaba así los nombres de los soldados, sus casos, lo que ocurría en el hospital o lo que los soldados le contaban que había tenido lugar en el campo de batalla. Muchas historias tenían origen en esos testimonios, con lo que en cierto modo Whitman busca poner el énfasis en la veracidad de lo ocurrido y en su faceta de periodista, casi ya olvidada en un momento en que estaba consiguiendo el reconocimiento de parte de la sociedad. También subraya la inmediatez de su escritura pues afirma que en los cuadernillos que fue llenando a lo largo de la guerra, algunas páginas estaban manchadas con la sangre de los soldados, y que, así como tomó las notas, del mismo modo, sin cambio alguno, las da a la imprenta. Veracidad y urgencia; una literatura escrita en medio de la acción o de la derrota o en una marcha, o durante los preparativos de alguna batalla. El poeta vive con la gente, entre ellos, es uno más, acaso el que cura las heridas y el que guarda el recuerdo de la contienda fratricida. Quizás habría que poner algunas afirmaciones en cuarentena; entre ellas, la urgencia con que anotaba lo que veía o la ausencia de elaboración posterior, cuando bien sabemos que muchas de las mismas formaron parte de artículos de periódicos. A ello podemos unir la sospecha de las razones por las que llevaba los cuadernillos. Incluso en alguien tan acostumbrado como el propio Whitman a tomar notas y, por lo mismo, a llevar por si acaso un diario donde apuntarlas en cualquier momento, sorprende que haya recopilado varios de ellos mientras visitaba a los soldados en los hospitales. Creo más cercano a la verdad que Whitman había trazado un plan con anterioridad y que se acercó a los hospitales con el claro propósito de tomar notas para luego, tras su elaboración, darlas a la imprenta para que los norteamericanos supieran lo que estaba ocurriendo y para mostrar una imagen de sí mismo como alguien que cuidaba de los soldados, concepto que, por cierto, da título a uno de los poemas de la serie “Redobles de tambor”.

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