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LIBRETA 1. Octubre de 1992
… Pasa horas de cuclillas bajo los puentes de la Vía Expresa. Estudia a los pordioseros. Algunos muladares le causan sobresalto. Otros lo imantan como un abismo. Come en puestos de mercado, da vueltas alrededor del Estadio Nacional. Un día se queda mirando a unos niños que juegan fútbol en la explanada de Occidente. Huérfanos, piensa: tienen padres pero son huérfanos…
… Lleva una mochila de excursionista, de la que saca una cámara. Según unos, es una Leica obsoleta y oxidada; según otros, una Instamatic, igualmente obsoleta y oxidada. Retrata hospicios, palacetes republicanos, un osario de carros desbaratados junto al Cuartel San Martín, casuchas malparadas, letras desprendidas de avisos de neón, animales agónicos. Según otros, su cámara no es ni una Leica ni una Instamatic, sino una filmadora. [Mucho después sé que son cuatro]. En la mochila también están la máquina de escribir y la máscara de oso.
Se ponía la máscara por las noches y dormía con ella, me dicen tres personas…