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EUTIFRÓN. —Sólo los cazadores.

SÓCRATES. —Por consiguiente el cuidado de los perros pertenece al arte venatorio.

EUTIFRÓN. —Sin dificultad.

SÓCRATES. —¿Pertenece solo a los labradores tener cuidado de los bueyes?

EUTIFRÓN. —Sí.

SÓCRATES. —La santidad y la piedad es del cuidado de los dioses. ¿No es esto lo que dices?

EUTIFRÓN. —Ciertamente.

SÓCRATES. —¿Todo cuidado no tiene por objeto el bien y utilidad de la cosa cuidada? ¿No ves hacerse mejores y más dóciles los caballos que están al cuidado de un entendido picador?

EUTIFRÓN. —Sí, sin duda.

SÓCRATES. —¿El cuidado que un buen cazador tiene de sus perros, el que un buen labrador tiene de sus bueyes, no hace mejores lo mismo a los unos que a los otros, y así en todos los casos análogos? ¿Puedes creer, que el cuidado en estos casos tienda a dañar lo que se cuida?

EUTIFRÓN. —No, sin duda, ¡por Zeus!

SÓCRATES. —¿Tiende pues a hacerlos mejores?

EUTIFRÓN. —Ciertamente.

SÓCRATES. —La santidad, siendo el cuidado de los dioses, debe tender a su utilidad, y tiene por objeto hacer a los dioses mejores. ¿Pero te atreverías a suponer que, cuando ejecutas una acción santa, haces mejor a alguno de los dioses?

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