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En relación con la seda, el tema, como he dicho al principio, no ha sido tratado por el momento más que de manera superficial. De modo que por ahora solo me puedo limitar a constatar la existencia también en este ámbito de un límite que parece infranqueable en tierras nazaríes a cualquier tipo de iniciativa especulativa, a pesar de los fuertes intereses externos que estarían ya propiciando un cambio, y que de hecho emprenderían en cuanto les fuera posible. Más allá de esta primera constatación, por el momento no puedo ofrecer una secuencia explicativa mínimamente rigurosa.

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Aun después de la conquista sabemos que seguía practicándose la compra de seda como materia prima para exportar a otros centros productivos, principalmente italianos, aunque sabemos que también se activó con fuerza una corriente de exportaciones hacia Castilla. Mercaderes genoveses residentes en la ciudad de Granada en los años inmediatamente posteriores a la conquista, como Marcos Squarzafigo, así lo declaran con toda franqueza.ssss1 La exportación, dirigida en ocasiones por estos mismos factores comerciales, se dirige también a otros espacios islámicos, como Túnez, mencionada como mercado receptor de sedas granadinas en varias ocasiones.ssss1 A este Squarzafigo nos lo encontraremos poco más tarde, en 1510, gestionando nuevas compras por adelantado de seda granadina, de la variedad joyante, la de más alta calidad en madeja. Adquiriría hasta 175 libras de seda procedente de la Alpujarra almeriense (Andarax, Láchar, Alboloduy), que debería entregarle en la Alcaicería de Granada Miguel de León, caballero Veinticuatro, que de este modo se convertiría en su proveedor. No es extraño que aparezcan miembros del Gobierno municipal involucrados en negocios de este tipo. De hecho este parece ser un mecanismo de ascensión social bien arraigado en la nueva sociedad granadina.ssss1

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