Читать книгу La literatura medieval hispánica en la imprenta (1475-1600) онлайн
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a) por su creación: obras concebidas, escritas o vertidas al castellano antes de 1501;
b) por su difusión: deberían contar con algún testimonio impreso anterior a 1601.
De este modo se abarca desde la primera obra impresa en castellano (el Sacramental de Clemente Sánchez, h. 1475) hasta cualquier testimonio publicado en el límite simbólico del 1600, año en el que, por ejemplo, se edita el Romancero general. Como únicas excepciones se incorporan las obras de autores nacidos antes de 1500 y con producción a caballo entre ambos siglos, como sucede con Juan del Encina o Rodrigo de Reinosa. Desde el punto de vista de la difusión, el catálogo se reduce a los cauces impresos en cualquier formato, dejando a un lado la tradición oral y la manuscrita, que seguirán siendo una vía para que la cultura medieval siga viva y, además, penetre en los ámbitos cortesanos, especialmente influyente en algunos géneros. Se limita a los impresos en castellano, con independencia de su lugar de producción (Tolosa, Roma, Venecia, Lisboa, Amberes, Lyon, etc.), prescindiendo también de que se trate de obras originales (crónicas, poesía cortesana, ficción sentimental) o traducidas (como ocurre con gran parte de la prosa didáctica, la ficción caballeresca breve, etc.). En este segundo caso, muy abundante a partir del siglo XV, como bien queda reflejado en el repertorio elaborado por Carlos Alvar y José Manuel Lucía,ssss1 nuestro catálogo se centra en la obra y lengua de la que procede el texto castellano, que muchas veces es una intermediaria; por ejemplo, si atendemos a la difusión de la Ética de Aristóteles, la lengua de partida es el latín, al igual que sucede con las Vidas de varones ilustres de Plutarco.