Читать книгу Neurocreatividad. Hacia una evolución dirigida de nuestro cerebro онлайн

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Con el paso de los años, ingresamos en una suerte de “proceso de pérdida de la creatividad”: elegimos modelos de vida y prácticas cotidianas que incorporan esos límites mentales que en principio no existían.

Esto ocurre no sólo con el avance de la edad, sino también con las elecciones de vida que vamos tomando. La cultura juega un papel gradual, pero inexorable, de censura y represión.

La escuela pone un elevado énfasis en enseñar a los chicos a resolver problemas correctamente y, al mismo tiempo, soslaya la creatividad.

Este sistema sesgado y arbitrario nos domina los primeros veinte años de nuestra vida: crecemos condicionados por exámenes, admisiones para la universidad y ámbitos laborales que casi siempre demandan y recompensan el pensamiento lógico, el lenguaje, y la inteligencia práctica.

La propensión al pensamiento analítico se premia desde la más temprana infancia en detrimento del pensamiento creativo, que queda relegado a un segundo plano.

A medida que transcurre el tiempo y maduramos, se vuelve más difícil superar estas barreras impuestas por la cultura si no trabajamos para lograrlo.

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