Читать книгу Enemigos íntimos. España y los Estados Unidos antes de la Guerra de Cuba (1865-1898) онлайн
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Sin embargo, la España isabelina (1833-1868) no salió demasiado mal parada de aquellos riesgos. Las relaciones entre las cinco grandes potencias europeas fueron cambiando como consecuencia del éxito de las revoluciones de 1830 y del desarrollo de un nuevo capítulo de la Cuestión de Oriente. El sistema internacional pasó del “concierto diplomático” a una “rivalidad moderada” entre las grandes potencias occidentales (Reino Unido y Francia) y las grandes potencias orientales (Rusia, Austria y Prusia) facilitando la formación del subsistema occidental de la Cuádruple Alianza (1834); un subsistema que se formó con el objeto de proporcionar la ayuda de los dos gobiernos liberales de Londres y París a los dos gobiernos liberales de Lisboa y Madrid, enfrentados a duras guerras civiles contra el miguelismo y el carlismo, que contaban con el apoyo de las tres grandes potencias orientalesssss1. La diplomacia española comprendió entonces que ya no tenía sentido buscar apoyo de Francia o de Rusia para frenar al Reino Unido en América y acuñó un nuevo principio duradero sobre el que asentar su acción exterior: cuando Francia y Reino Unido estén de acuerdo, marchar con ellas; cuando no lo estén, abstenerse. Sobre esta base, la España liberal se integró en un cuadrilátero cuyo perímetro se consolidaría a lo largo del siglo XIX: Londres, París, Lisboa y Madrid. Un cuadrilátero que tenía al sur la zona de intereses comunes y encontrados: la región del Estrecho con sus archipiélagos atlánticos (Canarias y Azores), con sus enclaves (Gibraltar, Ceuta y Melilla), con las Baleares en el punto en el que se cruzaban el eje francés que unía Marsella y Orán y el eje británico Gibraltar-Hong Kong, y con la inconcreta y común expectativa sobre Marruecos en el que confluían intereses españoles, franceses y británicos. Sin duda, la incorporación de España al subsistema de la Cuádruple Alianza fortaleció su posición internacional, pero conviene no perder de vista sus escasas posibilidades a la hora de diseñar una política exterior propia. Las dos grandes potencias que dirimieron la hegemonía mundial en la Península Ibérica entre 1808 y 1814 convirtieron este territorio en una zona bajo su directa influencia, abierta a su intervención económica y política. Las iniciativas de la política exterior española quedarían condicionadas por la política de estas dos grandes potencias europeas y por la de los Estados Unidos, el gran vecino de las colonias del Caribessss1.