Читать книгу El no alineamiento activo y América Latina. Una doctrina para el nuevo siglo онлайн

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Sin embargo, lo que sí está claro es que en este nuevo orden, aquellos que no participen en la generación de sus reglas y disposiciones, deberán “agachar el moño” y someterse a las de otros. El regionalismo debería jugar un papel clave en este nuevo orden, permitiendo el desarrollo de espacios propios y de autonomía de acción. Sin embargo, el regionalismo latinoamericano rara vez ha estado en una situación más lamentable, ni la región más fragmentada, contribuyendo así a su eclipse diplomático, en la expresión de Alain Rouquié.

En 1945, en los inicios del orden internacional liberal, con ocasión del establecimiento de la ONU y con casi la mitad de los cincuenta países fundadores de esa entidad proveniente de América Latina, la región desempeñó un papel no menor en diversos aspectos de lo que sería el sistema de la ONU, incluyendo la Declaración Universal de Derechos Humanos. Algo similar puede decirse del aporte hecho por la región a las instituciones de Bretton Woods, sobre todo a favor de un multilateralismo inclusivo y el énfasis en la cooperación para el desarrollo (Heine, 2020a). En momentos de crisis y transición del orden internacional, cuando será decisivo actuar con voluntad colectiva, no es obvio que la región esté en condiciones de hacer un aporte equivalente al nuevo orden que otros están construyendo.

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