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Pero tan necesario es este aparecer para el objeto estético que puede incluso suscitar dos formas de actividad, de las que se puede decir que son dos casos límites de ejecución. La primera forma de actividad merece al menos ser examinada aquí.

III. LAS REPRODUCCIONES

Para multiplicar su aparecer, o mejor dicho, las ocasiones que tiene de aparecer ante alguien, la obra tiende a hacerse múltiple. Cada arte se las ingenia para hallar los medios de esta multiplicación de lo único, entre los que destaca principalmente la reproducción. Estos medios de multiplicar el aparecer de la obra no pueden identificarse con la ejecución que produce tal aparecer: la reproducción tiene solo por misión el repetir, por medios mecánicos y sin rehacerla, es decir, sin copiarla, una obra ya ejecutada y ofrecida al público.16 Por ello no parece plantear el problema ontológico que la ejecución motiva: mientras que por la ejecución la obra accede a una nueva existencia, la reproducción no altera su ser, crea un objeto nuevo, al menos material y numéricamente diferente, incluso aunque parezca semejante, del que solo nos interesa el parecido con el original y no el estatuto óntico ya que es el mismo que el de la obra ejecutada: no se puede afirmar que la reproducción asigne a sus objetos una existencia abstracta análoga a la que ocupa la obra antes de su ejecución al ser solo como un signo o como una especie de escritura en la que se fijara la obra que no puede ser escrita. Si plantea de hecho algún problema ontológico este se referirá a la obra que reproduce, no a la reproducción: imitando la obra de arte, pretende ser esta obra por delegación o imagen. Hay, en consecuencia, más que un indicar la obra, una presencia de la obra por ella, y que no es simplemente imaginaria o ilusoria: entre la existencia abstracta y la existencia concreta de la obra, es necesario hacer un lugar a esta existencia sustitutiva o delegada. Y es necesario que la reproducción se esfuerce por ser la obra misma, dado que no es un análogo a través del cual alcancemos o apuntemos a la obra, un medio de formar la imagen de la obra; no puede darnos la obra más que dándose en calidad de ella, invitándonos a percibir y no a imaginar, ya que la obra solo es obra al ser percibida, y no se trata de dar solo una imagen o una idea de ella: si yo contemplo a Pedro por medio de su fotografía, no contemplo el original a través de su reproducción, y peor para mí si el original se ve traicionado por la reproducción, en tal caso estaré en inferioridad de condiciones realmente (al evocar el original, si es que lo he visto antes, pues me detendré a comparar, a juzgar, a apreciar, a valorar… con lo que no existirá percepción estética propiamente dicha); y la obra tampoco tendrá nada que hacer, ya que no existirá hic et nunc para mí, más que de una manera muy imperfecta.

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