Читать книгу Mi gran boda millonaria онлайн

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—Justo.

—Aquí dice que te gusta divertirte. ¿Qué significa eso para ti?

Me encojo de hombros.

—Tomarme unas birras, ver un partido en la tele… Ya sabes, vivir la vida.

—¿Drogas?

—No. Ya paso de esas mierdas.

—Pero ¿fuiste a rehabilitación? ¿Por alguna adicción?

—Sí. Con dieciocho años, pero al final me desintoxiqué y seguí adelante.

—Se nota que haces deporte —dice la mujer, que no le quita ojo a mis bíceps.

Los flexiono para que pueda contemplarlos en su máximo esplendor. Y, ya de paso, me cojo del dobladillo de la camiseta y le pregunto:

—¿Quieres ver mis abdominales?

La mujer asiente, pero Mostachón niega con la cabeza.

—En tu solicitud pone que has estado en la cárcel.

—Sí. Pero eso ya es agua pasada. Hará unos diez años. Allanamiento de morada. De joven hacía muchas tonterías con tal de conseguir dinero para drogas.

—¿Y qué nos puedes decir sobre tus estudios?

—Dejé el instituto con dieciséis años. Mis padres me echaron de la granja que teníamos a las afueras de Atlanta y no los he vuelto a ver desde entonces. Viví en la calle durante dos años hasta que mi abuelo me encontró y me acogió. Me llevó a rehabilitación, me sacó de las calles y me enseñó a hacerme cargo del bar. Se podría decir que es mi héroe.

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