Читать книгу Colombia frente a los escenarios del pacífico. ¿De qué pacífico hablamos? онлайн

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Las potencias emergentes se piensan como verdaderos proyectos civilizatorios en busca de un nuevo orden económico internacional, por su parte, Rusia y de China —que en el pasado fueron imperios—, han aprendido que la guerra en términos militares solo les ha traído desgracias y que las nuevas armas pasan por el desarrollo de sus fuerzas productivas donde la competitividad, la innovación y la ciencia juegan un papel protagónico. De hecho, China y Rusia ya han constituido la Asociación Estratégica Global de Coordinación para la Nueva Era.

Las realidades internacionales son dinámicas y el mundo del libre mercado no asigna libremente los recursos, como lo había profetizado el Nobel de Economía Milton Friedman, quien fue tomado tan en serio por los empresarios, que estos últimos le dieron prioridad a sus ganancias sin importar el bienestar de los demás, al punto de que la legislación de EE. UU. proclamó “como única responsabilidad social de las empresas: usar sus recursos para participar en actividades diseñadas para incrementar sus beneficios” (Stiglitz, 2019). Pero también es cierto que economistas sólidos como el también Nobel Joseph Stiglitz y Sandy Grossman, señalaron a fines de los años 70 del siglo pasado que el bienestar de los accionistas no maximiza el bienestar social. Y todo indica que hay una discreta conciencia por parte de los líderes de las grandes corporaciones, quienes reconocen que el cambio climático contamina el aire que respiramos o el agua que bebemos y que el promover el consumo de bebidas azucaradas es nocivo para la salud, pues contribuye a la obesidad infantil y a la diabetes. La manifestación autocrítica de un grupo corporativo que acepta no haber invertido lo suficiente en los trabajadores, en las comunidades, y en el medio ambiente, —algunos se vieron beneficiados con las tesis de que si rebajaban los impuestos podrían generar nuevas inversiones y aumentos salariales—, podría ser un buen augurio. El propio Stiglitz es escéptico de este cambio que denomina “El capitalismo de las partes interesadas”, cuando señala que “muchos ejecutivos quieren hacer lo correcto (o tienen familiares o amigos que quieren hacerlo), pero saben que no todos sus competidores harán lo mismo” (Stiglitz, 2019).

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