Читать книгу Una arquitecta del cambio social desde el activismo y las políticas públicas. Testimonios de rutas compartidas con Isabel Martínez Lozano онлайн

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No quiero extenderme en las razones por las que acepté de inmediato la propuesta, porque hablarían más de mí que de Isabel. Pero sabía que iba a ser una tesis muy sentida y colaborativa. ¿Qué quiero decir con esto? Que una tesis sobre el proceso de institucionalización de las políticas públicas de igualdad con su corazón en el primer Ministerio de Igualdad, que ambas compartimos, necesariamente iba a ser una fuente de análisis y debate de nuestras propias prácticas pasadas. Y en buena medida así fue.

Pese a que el objetivo central de la tesis era explicar cómo fueron evolucionando las políticas públicas de igualdad en nuestro país para acabar en la creación de un Ministerio de Igualdad y que ese fue el objetivo pactado, Isabel empezó mucho más atrás temporalmente y acabó bastante después de ese singular evento. Esto no es habitual. Lo más frecuente es que las tesis doctorales, desde que se inician hasta que se acaban, tomen la forma de un embudo en el que se empieza por la boca ancha y se acaba por el tubo estrecho. Efectivamente, por lo general, la o el aspirante empieza queriendo hablar de todo lo relacionado con su objetivo, tiene ambición irrefrenable de conocimiento, pero poco a poco y al profundizar en los temas, no le queda más remedio que ir abandonando asuntos abiertos e interesantes pero que de atenderlos no acabaría nunca. Pues bien, en el caso de Isabel las cosas no fueron exactamente así. Creía yo que la tesis iba a empezar en cómo, reinstaurada la democracia, se empezaron a arrancar, no sin luchas, las primeras leyes en favor de la igualdad. Pero Isabel se fue a los antecedentes y escribió, nada menos que un capítulo de cincuenta páginas para explicar la instauración de los primeros derechos sociales y políticos de las mujeres, desde comienzos del siglo XX. Y la misma sorpresa tuve con el cierre. La tesis supuestamente debiera acabar con el análisis del primer Ministerio de Igualdad, su papel y sus hechos. Pero no fue así. Cómo se iba a parar Isabel ahí y dejar de explicar la evolución política y social de la igualdad de género los casi once años que transcurrieron desde entonces. Cómo no analizar ese tiempo en el que se cerró el Ministerio, se transitó por una larga sequía en cuestiones de igualdad que llevó a la reactivación del movimiento de base de las mujeres y sus organizaciones y culminó con una vicepresidenta-ministra de igualdad y posteriormente en un segundo Ministerio de Igualdad. Cómo podía dejar de analizar las nuevas demandas feministas y las nuevas reivindicaciones de grupos de géneros diversos. Para este cierre Isabel necesitó otro capítulo entero y sesenta páginas. Estos dos capítulos, el primero y el último obligaron a Isabel a leer y a pensar, probablemente más que todos los demás. Los capítulos centrales corresponden a la experiencia vivida por Isabel en el partido (PSOE) y en los diversos cargos políticos que detentó en ese periodo. La revisión bibliográfica de esa etapa central la tenía hecha. Ella era, en buena medida, sujeto agente (aunque invisible) de las propias referencias bibliográficas. Pero necesitó leer –y leyó mucho– sobre los nuevos feminismos y la nueva agenda feminista para su último capítulo al igual que necesitó leer y estudiar las leyes de protección de las mujeres trabajadoras de 1900 o la creación de los primeros organismos internacionales para la defensa de los derechos de las mujeres (CSW: Comisión de la Condición Jurídica de las Mujeres). Ciertamente, me gustaron esos capítulos. Yo aprendí de sus lecturas, sobre todo las realizadas para el capítulo primero y debatimos mucho sobre asuntos tan abiertos como los del último capítulo. El espíritu abierto y ávido de aprender de Isabel se puede ejemplificar diciendo que, finalizada la tesis en julio y aprobada con honores en diciembre de 2020 (pese a las restricciones impuestas por la covid-19) seguimos trabajando y debatiendo sobre los interrogantes que nos dejó sin resolver el último capítulo. Debates que, para bien o para mal, ocupan una parte importante de la agenda feminista pública de este comienzo de 2021.

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