Читать книгу Violencia sexual. Análisis, Tipologías y diferentes perfiles онлайн
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En la Alta edad media, se empieza a hablar de la acedia como enfermedad –pecado por excelencia de los monjes que rehusaban las actividades del monasterio– y la histeria que provenía del útero, donde improvisados psicoterapeutas clérigos y sanadores comenzaron a tratar esta patología que de rondón se atribuía a cierta abstinencia o furor sexual. A la histeria también se la conocía como útero errante o sofocación uterina. En la edad media se atribuía la histeria exclusivamente a mujeres vírgenes, viudas o a la pérdida del flujo menstrual. En un códice médico de finales del S. XI ya se hace referencia a la práctica de exorcismos contra ese útero errante, por lo que empezó a considerarse una posesión demoniaca. Debemos tener presente que durante toda la edad media en el imaginario masculino y en los tratados médicos fluía la idea de que la mujer era más propensa al sexo y al desenfreno sexual que el hombre. Precisamente por ello, la mujer virtuosa era la que controlaba sus impulsos, mientras que el hombre virtuoso era aquel que se portaba como un “hombre” siempre que se diera la ocasión. Por ello, todos los hombres conscientes de que cualquiera de su propio sexo buscaría ocasiones para acostarse o violar a las mujeres de su familia debería protegerlas con la intención de que su honor no fuera mancillado. En base a estos planteamientos incluso se llegó a ocultar a las mujeres privándolas de todo tipo de contacto social (Rodríguez, 1997). O sea que, tenemos que la mujer, por un lado, era vilipendiada por ser objeto de perdición mientras por el otro se las conservaba escondidas como auténticos objetos de otros seres (hombres) teóricamente menos pecaminosos, pero más licenciosos.