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La mayoría de la ciudadanía está conviviendo con la incógnita de la evolución del coronavirus.

Quiero rendir un sentido homenaje a esas personas, sobre todo a nuestros mayores, quienes han perdido la vida. Espero que hayamos aprendido algo de esta circunstancia. En general, muchas personas veían las residencias para personas mayores como esos lugares donde nuestros mayores podían realizar aún una vida con cierta autonomía.

Se ha demostrado que hay que realizar protocolos eficaces para que no vuelva a originarse una masacre tan monstruosa en los centros para mayores.

D.E.P.

Alcalá de Henares, Julio de 2019

Se proyectaba la tarde tamizando los olores y colores veraniegos, madurando aquellas imprecisas turbaciones ocasionadas por una larga jornada laboral. Óscar había llegado a casa sumergido en sus embarazosos problemas. La vida de un trabajador por cuenta ajena en una compañía multinacional de telecomunicaciones no era nada agradable, aunque se viera disfrazada por una promoción interna en forma de «ascenso laboral» y cambio de categoría profesional, que hasta ese instante había sido de teleoperador. Siempre fue bien valorado por sus jefes. Óscar tenía un don: sabía solucionar los problemas de los siempre enojados clientes, que cuando llamaban lo hacían porque algo del producto que se les había ofrecido no estaba en buenas condiciones de uso o los regalos que se les prometían con esa promoción nunca llegaban. Tenía la virtud de calmar al disgustado usuario prometiéndole que se solucionaría aquel fastidioso error lo antes posible. De hecho, la dirección había incluido como ejemplo ciertas conversaciones grabadas de Óscar para mostrar a los empleados cómo debía ser el trato con el cliente.

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