Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн

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“Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana preguntaren vuestros hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas piedras?, declararéis a vuestros hijos, diciendo: Israel pasó en seco por este Jordán. Porque Jehová vuestro Dios secó las aguas del Jordán delante de vosotros, hasta que habíais pasado, a la manera que Jehová vuestro Dios lo había hecho en el Mar Rojo, el cual secó delante de nosotros hasta que pasamos” (Jos. 4:21-23).

Los valores divinos son inmutables. Las culturas cambian y se adaptan. Las sociedades se modifican. Los objetivos de movimientos religiosos pueden incluso descarrilar. Pero, a pesar de todo, el amor de Dios hacia el ser humano se mantiene inamovible. Las aspiraciones humanas y las obras son limitadas, tanto por las estructuras como por el tiempo. El Eterno es permanente. Por ello es valioso trasmitir lo vivido junto con Dios: porque estas experiencias se mantienen vigentes independientemente del tiempo y del lugar.

La descripción de los comienzos de la misión en la inhóspita selva de Liberia es impresionante. La búsqueda de contactos con los aborígenes llevaba a los misioneros muchas veces hasta los límites mismos de lo que era aceptable. Barreras lingüísticas y diferencias culturales se levantaban como muros insuperables para aquellos voluntarios en tierra remota. Los malentendidos y una total falta de comprensión de parte del pueblo local los acompañaban constantemente. Los nativos no estaban en condiciones de aceptar los aparentes errores de los extranjeros en relación con sus costumbres.

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